Los vinos rosados pueden hacerse de dos formas: o se le deja al jugo de uva la piel de color durante un tiempo para que le transfiera algo de color y tanino, o se mezcla un poco de vino tinto en el blanco.
Una diferencia clave entre un rosé y un blush wine está en que para los rosé, se utiliza siempre el primer método (dejar en contacto la piel con el jugo), mientras que un blush puede obtenerse de ambas formas, divulga Cocina y Vino.
El color del rosé, cuyo nombre viene del francés, tiende a ser más intenso que el del blush, el cual se fabrica en grandes cantidades y está dirigido al mercado más masivo, sin embargo, no quiere decir por ello que sean de baja calidad.
Los blush wines californianos resultan muy populares en Estados Unidos y, por lo general, se ven como un vino refrescante y veraniego, más cercano a los blancos que a los rosé de gran intensidad. Los blush, además, tienden a ser más dulces y menos alcohólicos; cuando son buenos, sus aromas florales y delicada acidez los hacen muy agradables.
Las variedades que comúnmente se usan para estos vinos son la Zifandel, Merlot y garnacha; varietales de hollejos tintos, en los cuales el contacto entre éste y el mosto es muy breve. Los blush wines armonizan muy bien con queso fresco de cabra, salmón, langosta y pastas con salsas de tomate.