El vino argentino y las señales para tentar a los jóvenes

Los bodegueros hace años estudian y trabajan para adaptar al vino a las nuevas tendencias. Frisantes y espumantes marcan el camino a seguir.


Noche de presentación del vino DaDá, de Finca Las Moras.

El consumo de vinos en el interior del país tuvo una serie de buenas noticias relacionadas con el consumo, luego de que durante varios años los bodegueros se enfrentaran a la necesidad de adaptar sus productos para aumentar los despachos.

Es que, los últimos indicadores estimaron que el consumo creció en enero 1,40 por ciento comparando el mismo mes en 2012. Pero hubo un dato que sí es tomado como un indicador importante para que el mercado interno tienda a estabilizarse para volver a crecer: analizando el segmento de los vinos comercializados en Tetra Brick y en botellas más accesibles el crecimiento fue de entre un siete y un ocho por ciento.

Sobre estos números, Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA) y miembro del Consejo de Administración del Fondo Vitivinícola Mendoza, “Observando el crecimiento en los tetras y en esas botellas más baratas hemos observado que hay una marcada ruptura a la tendencia. Para nosotros ese indicador es importante porque es acumulativo”, analizó.

Ser sano, sentirse joven, junto al poder del vino

Poniendo el foco en los jóvenes, Villanueva admitió que “si bien hemos visto que traccionan en ese segmento de consumidores los frisantes y los espumantes es también verdad que eso no es un elemento que vaya a influenciar fuertemente en los volúmenes. Pero sí es como una cabecera de playa porque de alguna manera es vino blanco. Porque compite en la noche. Porque tanto frisantes como espumantes dan la batalla cultural con los jóvenes y eso para nosotros tiene un valor simbólico muy importante. Eso marca el camino a la innovación que a la larga se pueda transformar en una señal para que miremos con más seriedad ese nicho”.

“No digo que vayamos a producir espumantes o frisantes para todos los niveles. Pero sí esos gustos están marcando una tendencia a los productos refrescantes, al uso del anhídrido carbónico, a los productos más estructurados. Sin lugar a dudas es una muy buena señal”, marcó.

El nuevo consumidor necesita menos reglas

Analizando de lleno a las nuevas generaciones de consumidores de vinos en el mundo, Villanueva, apuntó que “está necesitando menos reglas. Creo que en la industria nos equivocamos en el pasado al sobreactuar sobre algunos aspectos relacionados al elitismo, el glamour del vino. Al vino se le pusieron en ese entonces tantas reglas enológicas que al final había que ser un experto. Es como que para poder comprar un auto tenés que saber cómo funciona la inyección electrónica. Eso restringió el consumo del vino y por eso las otras bebidas subieron en su consumo”, repasó.

Del otro lado del charco, el hombre reflexionó que “mientras tanto otras marcas optaron por la libertad, el encuentro, por hacerlo más sencillo al vino para quien no lo conocía o entendía. Un diario local publicó la expresión del presidente de los sommeliers de argentina quien se esperanzó en que un buen día se pueda promocionar la pizza con vino”, señaló.

Por ello es que remarcó que “evidentemente el consumidor joven es un consumidor más desestructurado, que requiere menos reglas y en ese sentido ya hay bodegas que están actuando. Sino miren, por ejemplo, la publicidad de Finca las Moras, con su nuevo vino DaDá. Esto no quiere decir que la tradición deba desaparecer sino que el nuevo consumidor necesita de más innovación, de nuevos envases, de nuevos productos, y de un mensaje más desestructurado y más libre donde él sea el que decida”, amplió.

Cuando la tradición se enfrentó a la innovación

Hace unos 10 años, la industria vinaria nacional se enfrascó en romper con los moldes para develar lo que querían los jóvenes a la hora de pensar en vinos. Por esos días parte del sector contrató al experto en marketing Alberto Wilensky, quien con sus consejos armó toda una polémica con lo que aconsejó a los bodegueros.

Basado en esa experiencia, Villanueva, recordó: “Cuando se planteó el utilizar en la industria los términos Vino Rojo y Vino Blanco fueron muy duras las críticas de parte de los tradicionalistas del vino argentino. Sobre todo por la estética que proponía el plan de Wilensky. Esa publicidad, vista a los 10 años, ahora nos damos cuenta que marcó una idea de que el consumidor está buscando productos distintos. En aquel momento eso fue visto como un sacrilegio y ahora es más una tendencia. Los mercados no son fatalistas, hay que saber trabajarlos y la gran deuda, luego de 20 años de silencio comunicacional se ve lo que están haciendo muchas bodegas. Hoy el que hace una gran diferencia es el que invierte en publicidad de las marcas y no precisamente en revistas especializadas, sino en medios masivos”, cerró.

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